Voz ínitma

Lucas Sedler es uno de los mejores exponentes jóvenes de la guitarra. Acaba de editar “Remanso”, su tercer disco solista donde revela una veta de cantautor que se pasea por el blues, el soul y el jazz más intimista, plagado de sutilezas, matices, colores, sentimientos y, por sobre todo, buen gusto.



TEXTO MARTIN SANTORO

El disco tiene una impronta muy particular, bien marcada, y me preguntaba si era algo planeado, algo que buscabas, o si se fue dando solo. ¿Ya tenías el disco en tu cabeza antes de empezar o le diste forma en la marcha?
Supongo que aquello que concebí ¨a priori¨ fue el criterio gracias al cual el disco, desde su etapa introductoria, supo conocer su norte. Y este no fue sino el de hacer una apuesta a la intimidad, por llamarlo de alguna manera, si por eso se entiende esa clase de canciones mediante las cuales uno se siente un poquito más acompañado al momento de oírlas. Esta sensación fue el común denominador que pude advertir al escuchar a quienes, hasta el día de hoy, fueron mis referentes más indispensables en la música. Entre ellos, Eric Clapton, Norah Jones, Chet Baker, Tom Waits, Jorge Drexler y demás. Todos, a su modo, saben funcionar como productores de una cercanía incomparable, algo así como si uno sintiera que eso que está sonando encuentra el modo de empatizar con cuanto a uno le pasa. Creo que la empatía es, entre las distintas expresiones que encierra el arte, la instancia más alta en el lazo de comunicación entre autor y oyente, y la intimidad su mejor vehículo para que esto pueda suceder.

A la hora de armar la banda, ¿buscaste músicos en función de las canciones o las canciones salieron a partir de esa combinación de músicos?
Creo que esta pregunta probablemente sabría responderla mejor Germán Wiedemer, que es quien convocó a los músicos y se encargó de llevar a buen puerto el proyecto, ya que fue el productor artístico del disco. Imagino que debe de costar mucho volver ¨tangible¨ lo que quería que proyectasen los temas. Para que esto pasara era necesario contar con músicos cuya sensibilidad les permitiera estar a salvo de una interpretación estridente e invasiva respecto del registro intimista y austero hacia el que pretendíamos que se aproximaran los temas; que supieran dar un rol protagónico al silencio y que, por supuesto, hicieran crecer a las canciones desde su impronta y creatividad personales. Las canciones o bocetos ya estaban hechos pero, decididamente, fueron todos los músicos que participaron del disco quienes terminaron de dar vida a cada una de las composiciones.

Me parece muy valiente de tu parte sacar a la guitarra del primerísimo primer plano de las canciones y entregarse a la letra, la voz, la melodía. Si bien tu instrumento sigue brillando inconfundiblemente con un sello propio, ¿te costó salir del rol “guitarrista que compone” y transformarte en una especie de “compositor que toca la guitarra”?
Siempre digo que como cantante soy un eximio guitarrista y probablemente nunca cambie de opinión, así que te agradezco lo de ¨valiente¨ y reconozco el crédito. Como bien mencionás, sentí ganas de que la voz compartiera un poco más el protagonismo con la guitarra. Deliberadamente o no, buscaba hacer un disco más confesional que los anteriores y me encontré con que la autoría de las letras comenzaba a tener un papel mucho más decisivo. El lugar de la voz en el disco tenía que ser un correlato casi inevitable de esto, ya que aspirábamos a ganar elocuencia. Además, me interesaba que el rol de la guitarra no fuese abusivo en cuanto a la posibilidad de excederme en la intervención de solos propios de mi género, o sea el Blues, que pudieran sofocar las canciones, desvirtuando la idea general con la que comenzó a nacer el disco. Traté de rehuir, cuanto me fue posible, al peligro de grabar temas que obrasen como pretexto para hacer un muestrario exhibicionista de la posible erudición o virtuosismo al que se me puede asociar como guitarrista. La finalidad de este disco fue la de hacer canciones que, en todo caso, supieran conmover antes que deslumbrar.

Teniendo en cuenta esto, ¿cómo es tu proceso compositivo hoy en día? ¿Qué te inspira a nivel musical y lírico?
Me gusta que la brújula interna que orienta y configura el proceso compositivo de mis canciones no sea otra que la que preserva, ante todo, el sentido lúdico que para mí encierra o debiera contener cada uno de los temas que uno compone; que aquello que dicta la elección de tal o cual vocablo, patrón rítmico o melodía no sea sino en razón del placer y la cuota de emotividad que en mí genera su interpretación.

¿Por qué te tomaste tanto tiempo desde tu anterior disco a este? ¿Querías bajar un cambio o simplemente querías que la idea madure a su tiempo?
Creo que tuvo que ver en parte con que, como bien decís, la idea atravesase su período madurativo, cocinarla bien, dejar que se sedimentaran bien los temas, etc. Paralelamente, quería evitar repetirme, es decir, hacer otro disco que propusiera lo mismo que los anteriores que, en gran medida, son un homenaje o tributo a mis más entrañables íconos del género del blues. De todos modos, son discos más bien imitativos. Este último lo considero más introspectivo, es decir, caracterizado por la intención de rescatar lo que de singular existe en la expresión de cuanto a uno le sucede al vérselas con uno mismo.

En este disco volviste a grabar con Miguel Vilanova (Botafogo), quien fuera tu maestro hace unos años. ¿Lo seguís viendo como “el profe” o ya te sentís como un par?
Grabar con Miguel siempre es garantía de una experiencia renovadora a nivel vocacional. Algo así como una bocanada de aire fresco que me permite reciclar esa frescura primigenia que nunca debiera perderse. Esto me pasa porque es poco menos que imposible no contagiarse del modo inconfundiblemente pasional que tiene de tocar su guitarra. Nunca experimenté una motivación semejante como la que me inspira la presencia de Miguel, ya sea en vivo o dentro de un estudio de grabación. Por lo demás, difícilmente llegue alguna vez a sentir ese ¨de igual a igual¨ que mencionás ya que algo me dice que él siempre va ser una fuente de inagotable enseñanza en mi vida, una guía inequívoca y sinónimo de una altísima inspiración.

Si bien hay canciones en castellano y versiones en inglés, en ningún momento se siente un quiebre ya que la música y sonido logrado es un hilo conductor fuertísimo. ¿Sentís alguna diferencia en vos a la hora de expresarte en un idioma u otro?
Es curioso pero tengo que confesar que siento una mayor comodidad cuando lo hago en inglés, principalmente por el hecho de que mis primeros intentos como cantante los hice con canciones en ese idioma. Así mismo, es indudable que el género dentro del cual me muevo tiene como raíz al inglés. Esta es su lengua inicial, su folklore. Al oído le resulta fácil acomodarse a la naturalidad con que se lo oye en un contexto de blues o jazz. De todos modos, si bien me resulta más sencillo adaptarme al inglés y sus inflexiones cuando canto, siempre siento que algo se despersonaliza al hacerlo. Al cantar en castellano siento que gano terreno al sentir que estoy acentuando mucho más el sello propio que uno busca imponer a lo que hace.

Escuchando los covers del disco, por un lado se sienten como un tributo a estos grandes referentes indiscutidos de la música pero, al mismo tiempo, son canciones que encajan y se entrelazan perfectamente con tu repertorio. ¿Con qué criterio los elegiste?
Me interesaba que los covers dieran cuenta del criterio estético que buscábamos plasmar en las canciones, casi como un modo de reafirmar lo que empezábamos a detectar como un patrón unificador entre los temas compuestos por mí. La elección fue consecuente a la idea de hacer algo despojado, cuya virtud primaria fuese la autenticidad de su música, sin resultar pretenciosa y que, de este modo, pudiera movilizar emocionalmente al que la escuchara.

¿Sentís que hay un público que está ávido por acceder a este estilo de música o, por el contrario, crees que es algo que se va a ir creando a medida que la rueda gire?
Me parece que existe gente –que en caso de ser una minoría, seguramente es una graaan minoría- que busca muy afanosamente músicas que resultan apasionantes de escuchar por la sinceridad con que se caracterizan. Ese es su rasgo distintivo, su principal atractivo, como es el caso del blues, el jazz y muchísimos otros géneros. Alguien denominó mi disco como una suerte de híbrido vernáculo entre la visceralidad propia de la música afroamericana y la privacidad que define a la del trovador o cantautor. De cualquier manera, ambas comparten un elemento: el de un compromiso artístico incondicional para poder resultar verosímiles. Yo creo que existe un público ya instalado para la música que recién mencionaba, pero no sé si explícitamente lo hay para el mix de géneros que propongo en este disco. Ojalá que, como vos decís, la rueda se encargue de que eso suceda a mediada que vaya girando.
Ciertamente, comenzaste tu carrera profesional a una muy temprana edad. ¿Sufriste algún tipo de desencanto con el mundo de la música una vez que estuviste del otro lado?
Tal vez, pero solo por parte de aquellos que poco tienen que ver con la música y mucho con su rentabilidad económica. La postura inescrupulosa y resueltamente cínica del mercado en torno a las distintas ramas del arte puede desesperanzarlo a uno como artista, al buscar medios de difusión compatibles con aquello que uno hace. Sobretodo la obra no está necesariamente concebida para un consumo masivo. Por otro lado, me ayudó codearme tempranamente con el mundo profesional de la música para poder desmentir algunas conjeturas un tanto infundadas, según las cuales oficio y vocación son términos excluyentes. Nada más lejano. Para mí siempre funcionaron de un modo absolutamente complementario. Esto, en gran medida se lo debo a mi paso por Memphis la Blusera y tantos shows compartidos con Don Vilanova.

¿Qué consejo le darías a alguien que quiere seguir tus pasos y dedicar su vida a la música?
Que invierta, más que en cualquier otra cosa, en refinar su expresividad como músico. Que la emoción, componente que para mí ennoblece a cualquier sonido, no sabe articularse si no es mediante una expresividad transparente. Esta es, decididamente, su mejor vocero.




*Esta nota salió publicada en el sitio de la revista G7, www.revistaG7.com

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