Rick Wright: 28/07/1943 - 15/09/2008

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Me pasó algo muy bizarro y triste: estaba en la radio haciendo una columna por los 33 años de vida del disco Wish you were here de Pink Floyd. Apenas salgo del aire me llega la noticia via internet que Rick Wright había muerto. Demasiado para asimilar.

Se pueden decir muchísimas cosas sobre el enorme talento de este músico, que le estampó una identidad única a sus teclados y, junto a la guitarra de Gilmour, moldeó a la perfección “el sonido Pink Foyd”. De lo sutil a lo salvaje, de lo terrenal a lo etéreo, desde los laberintos de coral al lado oscuro de la luna, su música fluye e hipnotiza como el mercurio; y a partir de hoy hará eco en lo eterno.

Como dije, la mejor manera de homenajearlo es con su música. Podría citar prácticamente cualquier tema de cualquier disco para rendirle tributo, pero prefiero irme un poquito por la tangente (lo cual no quiere decir que no tengan que comprar, escuchar y apreciar todos los discos de Floyd).

En 1969 Michelangelo Antonioni estaba filmando Zabriskie Point y le había pedido a Pink Floyd que musicalizara ciertas escenas. Entre ellas está la famosa “violent scene” (“escena violenta”) que trascurría al compás de una conmovedora composición de piano de Rick Wright. Finalmente Antonioni descartó esa canción, lo cual fue una bendición disfrazada para la banda, ya que ese tema evolucionaría en el clásico "Us and them".

Una canción que sí quedó en la banda de sonido, aunque no en la película, fue "Love scene (take 6)", la cual iba musicalizar una escena sexual. De estas sesiones, elegí la fabulosa primera toma que Wright improvisó sobre esa temática, "Love Scene (take 1)", para rendirle este humilde tributo. Que la disfruten...

"Wish you were here" canta 33

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mañana ampliaré

El escenario como trinchera…

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Fea la actitud... muy fea...




Tras ver esta agresión que sufrió Noel Gallagher ayer en Canadá, recordé una genial anécdota de Woodstock, obra de uno de los máximos gladiadores de las tablas: Pete Townshend.

Era el segundo día del festival: sábado 16 de agosto, 1969. Bien pasada la medianoche (ya domingo), Sly & The Family Stone abría paso para un set demoledor de The Who a las 3.30am, centrado en su disco Tommy pero con la presencia de clásicos de la talla de I can’t explain y futuras gemas como Naked Eye.



Entre los espectadores estaba Abbie Hoffman, activista emblemático de la época, que miraba el show desde el costado del escenario. Había trabajado toda la noche en la carpa médica y antes del show tomó un ácido para “relajarse” un poco. Casi a la mitad del set híper enérgico de la banda, algo en su mente hace clic.

En medio de un mambo cuasi mesiánico decide que tiene que reestablecer el rumbo del festival recordándole a los concurrentes "lo verdaderamente importante". Sin medir las consecuencias se subió al escenario, agarró el micrófono de Pete Townshend y comenzó a hablarle a la multidud sobre John Sinclair, un poeta, ex manager de la banda MC5 y líder del partido de las Panteras Blancas, que había sido arrestado por posesión de dos porros. “Este festival no significa nada mientras John Sinclair siga pudriéndose en la carcel” es todo lo que llegó a decir antes de que Townshend le propiciara un violento guitarrazo que lo tiró del escenario. El músico prosiguió a tomar el micrófono y dejar las reglas bien claras: “La próxima puta persona que suba a este escenario va a morir, ¿está bien? Pueden reírse, ¡pero lo digo muy en serio!”.




...



Conocí esta anécdota leyendo uno de los libros musicales más interesantes que encontré en mi vida: Barefoot in Babylon, de Robert Stephen Spitz, de 1979.

Es prácticamente imposible de conseguir, pero si llega a cruzarse en su vida, no lo duden. Da una mirada tan completa como reveladora a los entretelones organizativos del festival, ayudando a comprender en mayor profundidad la verdadera identidad y magnitud del evento.

Teoría Nº327 bis

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Para ver de dónde viene todo este bolonqui, leer primero el post anterior.



Ahora sí…

Creo que, históricamente, AC/DC siempre fue una banda que mantuvo su identidad y sonido sellado herméticamente y conservado al vacío. En parte por voluntad propia y también por la naturaleza del público, sus canciones, más allá de sus títulos, no identifican un disco o una época en particular. Simplemente son; flotan en la discografía con total indiferencia y soltura. Puede decirse que es una banda a la cual no sólo no se le pide evolución sino que se repudia casi cualquier tangente sonora que puedan tomar. Constantes en la constancia, si se quiere. De alguna manera podría decirse que los australianos son un poco el Peter Pan del rock: música eternamente joven y efervescente.

Las teorías y corrientes musicales convencionales no se aplican a la hora de hablar sobre una banda como esta. Son un ente en sí mismos, y hay que apreciarlos con sus propias reglas. Para comprenderlo, podría decirse que son como la Coca-Cola. Uno sabe exactamente lo que hay dentro de la lata. No hay sorpresas, y ahí está la emoción. Un producto perfecto en sí que no necesita de ninguna modificación. Puede cambiar el envase, pero el contenido es el mismo. Por supuesto que con el paso del tiempo, el temor a que este balance mágico se rompa puede llevar a que empresarios (discográficos, alimenticios, da igual) piensen en diversificar. Coca Light, Coca Zero, etc. Por más que lo intenten, ninguna es Coca-Cola, y si no fuera por la etiqueta, morirían en el fondo de la góndola.

¿Estoy estereotipando? Puede ser, pero hasta que no me muestren un fanático de AC/DC que quiera escucharlos hacer una balada, o en su defecto, un fanático de la Coca-Cola que disfrute la Cherry Coke, mantengo mi postura.

De alguna manera siento que los Foo Fighters van por el mismo camino. Representan, hoy en día, ese espíritu que le adjudico a AC/DC. La banda tiene un gran sonido propio que no va evolucionando de disco a disco, sino que se va puliendo. Las ideas son las mismas pero mejor ejecutadas, grabadas o arregladas. Para ponerlo en términos pragmáticos, un tema del primer disco podría convivir o incluso mimetizarse perfectamente con material de la última etapa. Hay una identidad armónica y compositiva que permanece perenne. De más está aclarar que esto no le resta mérito a la banda o a su obra. Después de todo, este perfeccionamiento de “la canción Foo Figher” tiene un brillo suficiente para que nos siga encantando su carrera.

Es realmente fascinante. Todos los que amamos la música queremos verla como un ser vivo, en constante mutación y crecimiento, que empuja las fronteras sonoras. Aún así, a fuerza de pura emoción primal, siempre tenemos una banda que nos llena el corazón con su “simpleza”. Ahogados en incertidumbres desde cada rincón de lo cotidiano, cada tanto hay que aferrarse con fuerza de algo. En esos días, es bueno saber que hay cosas que nunca cambian.

Teoría Nº327

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No conozco a nadie a quien no le guste Creedence. Sin duda alguna, es música que junta adeptos donde sea que suene. Los contextos sobran… Arriba de un auto en la ruta, disfrutando de la naturaleza con amigos, moviendo la pelvis (como elvis) o simplemente cargando energía tras un largo día. Como sea, cada vez que suena la banda de Fogerty, hay una aceptación unánime e indiscutida.

De la misma manera, y bajo las mismas condiciones, avanzo en el tiempo y me encuentro con otro espécimen que comparte este mismo fenómeno: AC/DC. Antes que una turba iracunda arremeta contra la santidad de este blog, quisiera que lo pensaran por un momento…

Los puntos de encuentro entre ambas bandas no sólo se dan en su aceptación. Otro factor clave es que aún me falta encontrar algún fanático de estas dos bandas. A ver, dije fanático. Léase: discografía completa, demos, piratas, recortes, libros, nombrar mascotas en su honor, tatuajes, etc. A todo el mundo le gustan estas bandas y posiblemente tengan un disco suyo, pero nadie es un enfermo fundamentalista por ellas, o las pone en un indiscutido puesto nº1. Son dos de las agrupaciones más queridas, más populares pero a las que el podio siempre les será esquivo.

He aquí otra teoría para el debate: Creedence es a los padres lo que AC/DC a los hijos. Son bandas que marcan a la generación, muchas veces como iniciadora en el buceo genealógico del rock… parte del ABC del que se desprenderá todo lo demás.

Música funcional pero con personalidad. Pasatista pero fundamental. Unidimensional pero eterna.

Apedreen con amor, o no.


Pd: me encantan las dos bandas.