A flor de piel

Amparada en el poder de la canción, Ana Prada saca fuerza de la simpleza de canciones tan honestas como directas. Con frescura y un sonido orgánico, “Soy pecadora”, su último disco, se mueve entre el pop, el folk y la tradición de la música uruguaya para revelar la universalidad de los sentimientos más personales.



TEXTO MARTIN SANTORO

El arte del disco siempre es una especie de carta de presentación de la obra. En este caso, me llamó muchísimo la atención la ilustración donde parecés entrar al “Túnel del amor” y, al recorrerlo, va desmembrándote hasta quedar hecha una especie de mariposa sin extremidades. ¿Qué quisiste representar con esa metamorfósis?
Esta historieta que compone el arte del disco fue creada por la artista plástica Española Rosalía Banet, a quien conocí en Madrid y en seguida me encantó su trabajo. Es muy potente, sobre todo como trabaja la temática de género. A partir de la canción “Soy Pecadora” ella me fue enviando dibujos que forman la metáfora del pecado que desarrolla en esta propuesta. Para mí, esta metamorfosis representa un cambio de estado, pero hacia algo mejor, evolucionado. Por supuesto que todo cambio, cuanto más profundo más doloroso, por eso el desmembramiento, pero a pesar de todo inevitable. En la vida a veces determinados sacudones te hacen crecer mucho a pesar o justamente por el dolor. Creo que eso se ve claramente en estos hermosos dibujos de Rosalía.

¿Por qué te inclinaste por una estética más bien naïf para ilustrar el disco? ¿Pensás que ayuda más a hacer una lectura a distintos niveles?
La sencillez aparente de los dibujos permite varias lecturas… incluso ninguna. La estética es propia de la autora. Rosalía se caracteriza por mostrar situaciones muy duras a partir de imágenes aparentemente inofensivas.

¿Sentís que ahondar en esos “pecados” y sufrimientos ayudan a exorcizar el sentimiento de dolor o, por el contrario, es como tocar un nervio constantemente?
Las dos cosas. Cuando uno vuelve sobre determinados dolores es inevitable no revivir algo de todo eso, pero siempre es desde un lugar un poco menos sufrido, como crecer dialécticamente: siempre estás un paso más allá. El tiempo es inexorable para lo bueno y lo malo.

Parece cumplir un poco esta especie de máxima que dice que el artista necesita sufrir para sacar tu mejor trabajo. ¿Estás de acuerdo?
La vida, después que dejamos la panza de mamá, es la constante búsqueda del equilibrio interno y externo para restablecer los pocos momentos de felicidad o plenitud, por lo tanto creo que el desasosiego y la inquietud es algo común a la especie humana. Las artes en general, como todo tipo de creación humana, incluido el trabajo, es una forma catártica y desesperada de buscar la felicidad. Nadie escapa a ello. El mejor arte se saca de la honestidad creativa sea desde la felicidad o desde el dolor.

El contexto personal en el que sacás este disco es distinto al del anterior, lo cual también se siente en el tono general. Para vos, ¿cuál es el salto que diste de “Soy sola” a “Soy pecadora”?
En el período de tiempo entre un disco y otro me pasaron muchas cosas a nivel personal y profesional. Para mí, lo más importante ha sido la devolución de la gente, todo el cariño y el apoyo que recibió “Soy Sola”. Eso me ayudó a decidir transitar por este camino de la composición y de la música como modo exclusivo de vida.

Si bien los títulos de los discos son completamente autoreferenciales (”Soy …”), tu idea del amor, por ejemplo, parece trascender tus propias postales. ¿Pensás en esa universalidad a la hora de componer?
Lo que más quisiera es que, a través de mis canciones, que inevitablemente se basan en un mundo privado y propio, alguien se sienta representado y ahí alcanzar o apenas tocar una temática que tenga algo común, algo de todos. Creo que eso es lo que todos los creadores quisiéramos: llegar a más gente y servir para algo.

¿Cómo es tu proceso compositivo? ¿Qué te inspira?
Cuando estoy en etapa fértil digamos, me inspira hasta lo más inesperado. Puedo partir de una melodía o de una secuencia de acordes, incluso de una palabra escuchada en supermercado. En este disco hay muchas co-autorías, junto a Queyi y Elvira Rovira o Matías Cella. Son canciones que nacieron de comentarios, de cenas, de charlas. Todas tienen su historia particular y las co-autorías en este disco han sido muy disfrutadas.

¿Cómo vivís esta carrera solista?
La vivo muy bien, muy rodeada de un equipo de trabajo, el sello, la productora, la prensa, los músicos y de amigos queridos. Sería la punta del iceberg, la cara visible de algo que se genera desde muchos.

¿Sentís el peso de cargar una mochila sola o lo ves como una oportunidad para hacer exactamente lo que querés?
No sé exactamente lo que quiero, pero no lo siento como una mochila, sí como una responsabilidad. Cuando se tiene la suerte de poder subir a un escenario a decir cosas, sería bueno justamente tratar de decir algo. A veces, por lo que me comenta la gente, me doy cuenta que las cosas que se dicen allí son tomadas muy en serio, por lo tanto hay que ser muy respetuosa.

¿Cuáles son tus planes para este año?
Seguir presentando el disco por Argentina. Ya lo hicimos en Buenos Aires en el N/D ATENEO, a sala llena por suerte; ahora queremos ir al interior. Presentarlo en Uruguay, en Brasil y en España.

¿Cómo es el futuro ideal de Ana Prada?
Me encantaría seguir componiendo, grabando y tocando, cada vez llegar a mas gente, generar un circuito de trabajo sobre todo en América Latina y, cuando pueda, irme a vivir al campo.




*Esta nota salió publicada en el sitio de la revista G7, www.revistaG7.com

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